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sábado, 20 de agosto de 2011
Decepción 1
Cuando la tarde languidecía y renacían las sombras, Cándido observó, cabizbajo, que no había cafetal alguno a su alrededor. El humo espeso de un coche a gasóleo que pasaba y una motocicleta que a lo lejos competía con el sonido de un moscardón molesto y eterno. Solo eso. Tampoco tenía la seguridad de compartir con alguien, mínimamente amado, un café del día anterior. Se quejó en vano de lo poco afortunado que era en los asuntos del amor, desde que abandonó la idea de dejarse amar en donde habita el otoño de colores. Se compadeció del zambo Manuel y empezó a escuchar el lamento negro de Nina Simone.
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